No todas las recetas comienzan con ingredientes; algunas empiezan con una mirada curiosa, una voz que llega en audios suaves y una risa que se cuela sin pedir permiso.

Conocí a alguien que no toma café sin azúcar. Lo dijo clara, naturalmente. Y aun así, después de contarlo, le ofrecí probar mi latte frío, tal cual lo tomo: sin nada dulce. Lo hizo. Le dio un sorbo con curiosidad y valentía, y aunque hizo una mueca ligera —como quien confirma lo que ya sabía—, hubo algo encantador en su manera de intentarlo. Tal vez fue ese pequeño gesto lo que me quedó flotando. Quizás solo lo noté yo. Y ella, simplemente, se quedó con el sabor amable de haber compartido el momento, sin más.

Ella toma jugo de naranja sin azúcar… y aun así, todo con ella me supo más dulce. Tiene más de 30 tatuajes —aunque no los conté— pero uno en particular, un dragón rojo en la espalda, me marcó sin siquiera verlo.

Compartimos un popote. ¿Un detalle? Tal vez. Pero si lo pienso, fue como pasar una burbuja de frutos rojos por el ojo de una aguja: inesperado, frágil y hermoso. Y esa lasaña sin salsa… no fue el plato del año, lo sé, pero ese momento se volvió más que comida: fue memoria.

También pedimos un té o con su diseño algo más llamativo  un "Bubble Tea", de un  rojo, intenso, como el color del atardecer que empezaba a caer. Yo ya lo conocía, lo había probado antes y sabía que tenía ese sabor fuerte que no a todos les convence. Ella le dio un sorbo. No dijo nada. Pero bastó mirar cómo lo dejó a un lado, sin apuro, para entender que no era lo suyo. Y esa sutileza, ese gesto que no busca llamar la atención, también dice mucho cuando uno está verdaderamente atento.

Ella ayuda a seres de luz que son sus padres, estudia, trabaja. Parece que el día le debe horas extra, y aun así responde con voz tranquila, de esas que hacen que uno se quede escuchando un mensaje más de la cuenta. Le gustó una canción mía que aún no termino… eso me quedó sonando adentro.

No hubo promesas. Solo un día. Pero qué día. Como esas historias que no se escriben, solo se viven en los minutos justos. Quedó guardada entre sabores, y entre líneas, como en la palabra reEVElarte, o en un momento que JAmás fue igualado desde entonces.

Y aunque este blog hable de sabores y platos, hay ingredientes que no se cocinan. Solo se sienten. Como ella.